lunes, 5 de octubre de 2009

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Ahora que es primavera me doy cuenta que todos mis amores que en esta época han "FLORECIDO" fueron un fracaso desde que comenzaron, no puedo creer que haya perdido dos años aproximadamente de la primavera del 2007 tratando de conquistarla para al final darme cuenta que solo jugabas conmigo. Aunque todos me lo decían (pero yo estaba tan cegado, mejor dicho eeee encaprichado si eso es encaprichado) que no quería ver lo que todos veían, aunque eso estuviera frente a mi y ahora después de estos dos años de eterna oscuridad me doy cuenta que era verdad tu solo jugaste conmigo, y eso aun me duele.
Me paso algo similar en el invierno de este año conocí a una mujer fantástica pero que el tiempo la fue cambiando, me dije a mi mismo que ella era la mujer que me haría olvidar los dos años de ceguez pero no fue así, aunque debo aceptar que fue agradable conocerla solo eso fue no fue lo suficientemente importante como para poder dejar de lado a la anterior, yo se que fue mi culpa que no supe llevar la relación como correspondía que yo era el que no podía, que nuestros horarios no coincidia y que cuando lo hacían era yo el que ya había echo otros planes, aunque tu me hayas dicho que no fue mi culpa yo se que es mentira, yo se que si lo fue.
Y para terminar primavera 2009 conocí a otra chica no me la quise jugar nose porque, quizás temor a cegarme nuevamente, quizá porque no creo ser lo suficientemente maduro para llevar a cabo una relación, solo cabe mencionar que si alguna vez hubo alguna esperanza ya la perdí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Waaao...
Un relato clásico y narrativo...
¿Comó es que aveces podemos estar tan ciegos?

Hoy en mi clase de lógica el profesor hizo un comentario...

"Hay razones del corazón, que la razón desconoce y se niega a aceptar"

Para los introvertidos, los sensibles y artistas; comúnmente pasa esto...

El corazón nos dicta y la razón no actua cuando despertamos nos damos cuenta del error...
Ese "error" es el que nos ayuda a mejorar y a recordar (si así lo decidimos) un buen pasado con alguien que, aunque sea por minutos, nos quizo.